TRANSPORTE

De Madrid al cielo

No me gustan las prisas, me considero de aquellos que sacan beneficio de la espera, pero lo de la estación de autobuses del Paseo M Agustín es aberrante. Evitaré hablar de la hermosa estación de color marrón surrealista y de su tecnología (adoro la megafonía), amplitud (el hombre del silbato es total, evita cientos de accidentes cada día) y confort (cada azulejo del baño es un espejo donde se puede ver incluso el alma de la ciudad). Ahora toca ir a Madrid. De Zaragoza salen uno cada hora. El martes pasado, a las 9 de la mañana, no había buses hasta las 14:15 o bien el siguiente: 18:45. A mí me urgía subirme. No pude coger billete anticipado, pues a algunos nos dan las noticias de sopetón y hay que arramblar con lo que quede. A los que vengan de los pueblos en idénticas condiciones: buscad el teléfono, no os aventuréis y coger el primer billete que tengáis. Hojas de reclamaciones: no hay, sólo de "sugerencias", y debes rellenarla in situ en las taquillas, codo con codo con las colas que se forman bajo el aclimatado aire acondicionado.

Mi padre dice que no ha cambiado nada en ella, esto es de un romanticismo arrebatador. La propongo como visita obligada de la Expo de Zaragoza.

PD: Hace tres años me enamoré de la chica de Información; pido a quien la haya visto me dé sus señas, porque cada vez que me asomo su silla sigue vacía, y yo estoy que me muero de amor. Carlos Val Naval. San Mateo de Gállego (Zaragoza)

SOCIEDAD

No a las parejas homosexuales

***Fernando Piélagos

***Zaragoza

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Respecto al foro de su periódico: "parejas homosexuales legalizadas", mi respuesta es contundente: No. Mal está que existan en el ejercicio de su libertad, pero legalizarlas me parece literalmente una aberración, tal como la define el DRAE: "extravío o desviación exagerada de lo que se considera normal, natural o lógico". Una especie como la humana necesita reproducirse para garantizar la supervivencia; lo reclama el instinto de conservación. Las uniones homosexuales no buscan garantizar la supervivencia; se sitúan en actitud de negación de la misma. Cuando en una civilización los "vicios secretos" se airean como "virtudes" y "derechos" públicos, esa sociedad ha renunciado a vivir según un modelo "normal, natural y lógico", y cae en lo "aberrante". Y todavía es peor cuando los gestores de la sociedad favorecen, aplauden y proponen como normal, legalizándola; quiere decir que, renunciando a procurar el bien común --la supervivencia--, supeditan su actuación al vaivén de encuestas variables.