En relación a la pandemia actual, que nos sobrecoge, cuyas secuelas futuras desconocemos, y que está encanallando en nuestra sociedad la convivencia fomentada desde algunos medios y determinadas fuerzas políticas, las palabras de Azaña de su obra 'La Velada de Benicarló' nos pueden servir para reflexionar:

«Ustedes decían que el enemigo de un español es otro español. Cierto. ¿Por qué? Porque normalmente es de otro español de quien recibimos la insoportable pesadumbre de tolerarlo, de transigir, de respetar sus pensamientos. El blanco de su impaciencia, de su cólera y enemistad es otro español contra quien busca el desquite. ¿El desquite de qué ofensa? La ofensa de pensar contrariamente. El español es extremoso en sus juicios. Pedro es alto o bajo; la pared es blanca o negra; Juan es criminal o santo, la gradación de matices no son de nuestra moral, de nuestra política. Cara o cruz, muerte o vida. Percibir exactamente lo que ocurre en torno nuestro, es virtud personal rara. Las muchedumbres no la conocen. Mi comprobada ineptitud política se engendra de atenerme con rigor a la demostrable. Un cartelón truculento es más poderoso que el raciocinio. La moderación, la cordura, la prudencia estrictamente razonables, se fundan en el conocimiento de la realidad, es decir, en la exactitud. Estoy persuadido de que el caletre español es incompatible con la exactitud: mis observaciones de esta temporada lo comprueban. Nos conducimos como gente sin razón, sin caletre. ¿Es preferible conducirse como toros bravos y arrojarse a ojos cerrados sobre el engaño? Si el toro tuviese uso de razón no habría corridas».

Este fragmento disecciona muy bien el caletre español de antes y de ahora. Hemos cambiado poco en estos 90 años. Seguimos igual. ¿Cuál es ese cartelón truculento más poderoso que el raciocinio? «Ya van más de 20.000 muertos por coronavirus». Sentencia inapelable: «Pedro Sánchez, culpable». Y no pocos la asumen sin discusión alguna. Problema resuelto. Ya no hay que pensar más, tarea que requiere esfuerzo. Explicaciones simples para problemas complejos, por lo menos yo no las conozco. Y si tratamos de matizar o razonar sobre esta sentencia, que la defienden cual si fuera un dogma de fe, nos vemos sometidos a ataques furibundos por las redes.

Asumo de nuevo el riesgo. Voy a matizar. No trato de eximir de su parte de responsabilidad al Gobierno de Sánchez. Ha cometido errores, por ejemplo, el relato de los paseos de los niños, el déficit de abastecimiento de medios de seguridad a sanitarios, cierta descoordinación con otras instituciones, etc. La tiene, pero compartida con las 17 comunidades autónomas, las cuales con plenas competencias en sanidad y servicios sociales (las residencias de ancianos). Algunas de ellas, sobre todo la de Madrid y Cataluña, con unos recortes brutales en el ámbito sanitario.

Quiero fijarme en la mayor acusación al Gobierno de Sánchez, la de actuación tardía. ¿Han actuado pronto en Italia, Francia, Reino Unido, Estados Unidos…? Es una enfermedad totalmente nueva, desconocida en cuanto a su origen e imprevisible en su trasmisión y evolución. La primera que habla de asintomáticos. Hoy no hay ningún experto en esta enfermedad. ¿Los datos proporcionados por China son veraces? Ya los están cuestionando Francia y Reino Unido. A fecha de 23 de abril no se tienen certeza de su llegada a España. Según Fernando González Candelas, del equipo de científicos del Instituto de Salud Carlos III, en Madrid: «Creemos que hubo al menos 15 entradas diferentes en España y que ya circulaba a mediados de febrero». Por ello, los países no estaban preparados para enfrentarse a una pandemia de este calibre. Ni por supuesto, España. Desbordó todas las previsiones. En una reciente entrevista el director médico del Hospital Clínic de Barcelona, Antoni Castells, decía: «Nunca se habían enfrentado a una crisis sanitaria tan intensa y cruel y que estuvieron a punto de colapsar, ya que tuvieron que habilitar sobre la marcha para ucis salas de espera y hospitales de día». La situación sobrevenida la refleja perfectamente en una entrevista en este mismo medio, Javier Lambán: «Nos ha hecho sentir, a los que gobernamos, como timoneles en un barco que de repente se ve inmerso en una tormenta gigantesca: hay que dedicarse a mantener a flote el barco, achicar vías de agua. Son problemas que jamás se habían planteado, y para resolverlos se cometen errores». Para la derecha española tan patriótica como siempre su único objetivo parece ser hundir el barco. Debería tomar nota de la actuación ejemplar de Mas Madrid en el Ayuntamiento de Madrid, mostrando lealtad plena al alcalde, Martínez-Almeida. Este es patriotismo de verdad, el otro es farfolla.

Termino con unas preguntas, que me inquietan. Si entre los españoles estamos tantos epidemiólogos, ¿cómo hemos llegado a esta situación? Si tantos sabíamos lo que se nos venía encima con días, semanas, incluso con meses de antelación, ¿por qué nadie avisó a las autoridades sanitarias para protegernos a todos? Si las autoridades sanitarias no tenían ni idea, ¿por qué no nos aprovisionamos por nuestra cuenta de mascarillas, EPI, test, respiradores…?, ¿por qué no nos confinamos antes? Si somos tan listos, ¿por qué elegimos a un Gobierno tan inepto?, ¿y por qué no elegimos a la oposición que da muestra de tanta capacidad y de tanto patriotismo?

*Profesor de instituto