si hemos de creer al líder del PP, Pablo Casado, su equipo de información habría sorprendido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, repartiéndose la tarta del poder y hasta el carrito del helado con Quim Torra y los indepes catalanes. En esos supuestos pactos contra natura entrarían los presupuestos, la soberanía nacional, los referéndums de independencia, las convocatorias electorales, las aritméticas parlamentarias y quién sabe qué conjuras.

Pero, ¿todo eso era verdad?

Según Pablo Casado, sí. Tanto que un sinfín de veces repitió haber pillado a Sánchez con las manos en la masa. Y por esa razón, al haberlo pillado, el líder socialista no habría tenido más remedio que convocar elecciones.

Pero, ¿dónde están las pruebas?

Algunos suponíamos, ingenuamente, que Casado las aportaría en breve, y en forma de testimonios, documentos, cargos taxativos de la traición presidencial, de sus supuestos pactos con los independentistas. Pero he aquí, que dichas pruebas no se han presentado.

¿Por qué? ¿Porque no existían?

No parece, y por tanto, sí parece que Casado procedió a formular sus graves imputaciones sin otra base que sus impresiones o intuiciones personales.

Sánchez se había comprometido a tratar de dialogar y llegar a acuerdos con los partidos catalanistas, y probablemente eso es lo que ha hecho o lo que ha estado intentando hacer, alcanzar algún punto de encuentro desde el que fuera posible reconstruir la autonomía catalana, ahora mismo destruida por la ineficacia y la intransigencia. Una vez vio Sánchez que no avanzaba, que sus propuestas caían en el pozo de la autodeterminación, dio marcha atrás, miró adelante y, a los ocho meses de su mandato, esto es, con relativa rapidez, convocó las prometidas y demandadas elecciones generales para el 28 de abril.

¿Dónde está la traición?

Probablemente sólo en la fantasía de unos dirigentes cada vez más radicalizados en la ideología españolista heredada de Aznar y enarbolada por Vox. Un pensamiento muy rancio que en nada ayudará a cohesionar de nuevo el estado de las Autonomías, si es que pretenden hacerlo, que puede que no.