Estos días pasados, cuando el Gobierno de España intentó salir del lío en que se había metido por el pronto responsable y humanitario de doña Margarita, otros ministros explicaron que esas bombas que Morenés había revendido a los saudíes caen sobre objetivos marcados con láser y solo matan a los malos. No causan daños colaterales, precisó Borrell. Nadie dijo (a lo mejor porque nadie había caído en ello) que, a lo largo de su intervención en Yemen, los ejércitos árabes (sunníes) han procurado bombardear con esmero autobuses, hospitales y otros objetivos civiles, que para ellos no son colaterales sino prioritarios.

Por lo visto no vender armas (¡ay, las famosas corbetas!) a uno de los estados más repugnantes que existen en el mundo es imposible por sus repercusiones económicas. Al mismo tiempo hemos gastado miles de millones de euros en fabricar un submarino que salió sub (se hundía muy bien) pero no marino (no volvía a la superficie el muy cabroncete). El fiasco ha sido monumental y muy costoso. Pero nadie ha criticado en exceso a gobierno alguno ni a Navantia ni a los almirantes retirados que cortan el cupón en dicha empresa pública... por unas pérdidas que en otro caso hubiesen parecido intolerables. Nadie pidió dimisión alguna. Nadie dimitió, por supuesto.

Ahora, diez años después del crash (un tropezón global que ha devorado en todo el planeta billones de euros y dólares procedentes de los erarios), nadie se escandaliza por el coste que ha supuesto salvar a los bancos y a los especuladores que convirtieron las finanzas en un casino con las ruletas trucadas. En España se rescató a los bancos (a las cajas, vale... pero también los bancos), las autopistas quebradas, los proyectos fracasados, las jugadas perdidas y las macropromociones inmobiliarias reventadas al estallar la burbuja. Todo lo hemos pagado con la devaluación de los salarios y una reconversión que ha sumido a millones de trabajadores (sobre todo jóvenes) en la pobreza. Pero nos cuentan que la vida es así, que esto es lo que hay, que cualquier otra cosa sería peor . Y a tragar.