Dos años después de la entrada en vigor de la reforma laboral impulsada por el Gobierno el resultado es que se han destruido 1,34 millones de empleos, la tasa de paro ha crecido dos puntos, más de la mitad de los desempleados supera ya el año sin trabajo y el 34% no tiene protección. En Aragón, el nuevo contrato tipo no supera los 40 días de media. Son los datos incontestables. Pero el Ejecutivo atribuye a su reforma laboral la flexibilidad que permitirá crear empleo este año y hasta la ministra del ramo cuantifica que sin la normativa se habrían destruido 225.800 puestos adicionales. ¡Qué precisión! Pero es el estilo que se lleva. Se obvia lo evidente y se lanza una nube hacia adelante para que se adueñe del debate y lo enmarañe. Que las presuntas injerencias de una consejera navarra buceando en datos de la Hacienda Tributaria ponen al gobierno foral ante el abismo, pues se acusa al PSOE de que tendrá que apoyarse en los votos de Bildu para que salga la moción de censura y entramos en un enrevesado toma y daca con ETA de por medio. A ver quién se atreve con ese nivel. Que en las playas de Ceuta se hace la oscuridad informativa mientras el mar devuelve cadáveres que en vida buscaron una tierra con derechos, pues se amenaza con los tribunales a quién ose poner en duda la versión oficial. Siempre un paso por delante. Echando tierra sobre lo real para entrar en los vericuetos de la elucubración y el desconcierto. El caso es no perturbar la agenda del jefe, de mítines por Turquía. Aquí no pasa nada. Periodista