Ultimamente parece como si, a fuerza de burlarse del afamado talante ZP, el señor Rajoy hubiera empezado a perder su buena educación, su galaica ironía y los modales que se le suponen a un registrador de la propiedad de buena familia y de derechas de toda la vida. En pocas horas ha llamado "miedicas" a los socialistas vascos y afirmado que "no se baja los pantalones" ante Carod, como hacen otros. Hoy día es difícil oír expresiones así incluso en las tabernas. Si acaso, en los patios de algunos institutos- y no sé.

La cosa viene de lejos, de los tiempos de Aznar (qué momento imborrable cuando reclamó una cinta métrica para establecer el calibre de sus órganos genitales), pero ha calado entre sus herederos. Y entre los palmeros mediáticos, que se despachan ante el micrófono con desplantes achulados o dejan sus flamenquerías en letra impresa a diario. Seguro que tienen su público, pero deberían encargar un estudio de márketing político para saber a cuántos españolitos les (nos) repugnan esas maneras de sietemachos pasado de rosca.

Serán cosas sin importancia, pero a veces empieza uno imitando los modales que hacían furor en los años cuarenta, llenos de humos testiculares, y termina coincidiendo con aquellos hombretones en asuntos de más sustancia. El propio señor Rajoy ha llegado a decir que sus muertos le exigen determinadas posiciones políticas. Aviso: lo mismo decían tan siniestros machotes para justificar lo que sucedió aquí durante cuarenta años.

*Periodista