El problema catalán (que es el problema español) sigue en un callejón sin salida. Esquerra es la última esperanza de la normalización. Con eso está todo dicho. Mientras, el laberinto su retuerce sobre sí mismo hasta componer un embrollo indescifrable. Ni diálogo ni solución. ¿Y ahora, qué?

En Madrid y Barcelona, los mentideros y otros medios de comunicación dicen que tanto Rajoy como Puigdemont están interesados en repetir las elecciones autonómicas. Sí, como lo oyen. El primero cree que puede recuperar electores unionistas desencantados, se supone, por la poca utilidad que Ciudadanos ha dado al masivo voto recibido. El segundo tiene unas miras tácticas y estratégicas más ambiciosas aún: aspiraría, por un lado, a mejorar sus resultados relativos dejando muy atrás a una Esquerra descabezada y pillada con las manos en la masa de su desaforado oportunismo; por otro, a lograr que el independentismo bata en escaños ¡y en votos! al resto de las fuerzas. Esto podría suceder si los catalanes partidarios de seguir en España no se movilizasen como lo hicieron el 21-D. Ya ven: se juega a corto, sin otra visión u objetivo que salvar la cara y el culo de unos líderes políticos desastrosos.

Cabe plantearse qué sentido tendría otra llamada a las urnas. El Gobierno central echa cuentas y da por sentado que, estirando la cosa, pudiera ser que el expresident y sus compañeros de escapada (más los que pasaron por el talego) estén ya inhabilitados y no se puedan presentar, ¡je, je! De ahí que todo sean especulaciones, malabares, faroles y golpes bajos. Entre tanto, los jueces involucrados (sobre todo Llarena, el del Supremo) emiten autos que pretenden interpretar la ley desde una visión objetiva, pero que cada vez son más y más políticos. Porque esta es obviamente una cuestión política que debiera resolverse por procedimientos políticos. Negando la evidencia e intentando obtener en esta partida una victoria judicial (y cárcel, cárcel, cárcel), España está haciendo el ridículo en todo el orbe civilizado. Por ahí fuera flipan con Puigdemont... y con Rajoy.