La opinión de no pocos colegas míos que trabajan en Cataluña apunta en dos direcciones: a) el llamado procés sigue avanzando a trancas y a barrancas pero sin desviarse un milímetro de su objetivo estratégico, y b) podría darse la circunstancia de que la convocatoria de un referéndum en términos similares a los que hubo en Quebec ya no sirva como alternativa drástica para resolver el conflicto. La oportunidad de coger el toro por los cuernos y desbordar a los secesionistas mediante un certero cañonazo de democracia directa se va disipando. Eso sí, en Moncloa y el PP creen que los independentistas están de capa caída. Y se felicitan, ¡jo!, ¡jo!,¡jo!, por la ridícula sentencia condenatoria recibida por el ex-president Mas, esos dos años de inhabilitación que apenas le perjudican pero que le consagran como martir del nacionalismo centrífugo.

Hace un par de años se estaba a tiempo. Quedaba la oportunidad de poner sobre la mesa el referéndum. y de organizarlo garantizando su método: quién y cómo podría solicitarlo, como se llevaría a cabo, qué pregunta... y qué mayorías cualificadas (en la participación y los resultados) deberían ser tenidas en cuenta a la hora de aceptar que los catalanes no quieren ser españoles. Por supuesto, los soberanistas no deseaban tal cosa, nunca la desearon. Ellos preferían mil veces controlar las instituciones propias, confundir la naturaleza de las consultas y tener la iniciativa para poder decidir... con respaldos electorales inferiores incluso al 50%. Los españolistas les siguieron el juego. Como siempre.

Cataluña se sigue yendo, y el absurdo juicio a los organizadores de aquella deslucida votación del 9-N-14 sólo sirve para azuzar la huida. Es obvio que Madrid (cuyo estatus político y administrativo sería inaceptable en cualquier sistema federal normalizado) aspira a mantener sus privilegios en una España abducida por el furor centrípeto. Mientras, en Barcelona se inventan trucos pseudodemocráticos para montar un chiringuito donde los patriotas puedan trincar con fina discreción y total impunidad. Alucinas.