Como a partir de mañana volveré a dejar este rinconcito tan familiar y agradable para volver a las crónicas de campaña (pero esta vez centrado en Aragón, por supuesto), aprovechó el tiempo muerto para apostillar dos o tres pensamientos sobre lo de Cataluña. Este asunto, ya se sabe, vuelve locos no solo a los independentistas y a los constitucionalistas (más o menos) de por allí, sino a las derechas hispanas, que se aferran a él cual perros de presa, sacudiéndolo rabiosos pero en realidad sin saber cómo soltarlo.

¿155 indefinido? Este es el mantra de PP y Cs (Vox, en su habitual delirio, aún se muestra más drástico), ignorando la inviabilidad constitucional de semejante medida, que crearía de facto un estado de excepción permanente y una suspensión indefinida de los derechos democráticos de 7,6 millones de españoles. Además, el PSOE controla ahora el Senado. Así que los desahogos de Casado y Rivera no pasan de ser brindis al sol (dirigidos más bien a esa clientela conservadora e hiperespañolista que ambos se disputan).

El conflicto con el provocador secesionismo catalán necesita una salida realista y negociada, que no será fácil pero es la única alternativa. Se judicializó el barullo, con gran alegría de los centrípetos, y ahora resulta que los señores magistrados empiezan a reflexionar sobre el marrón que les han echado (Rajoy, el propio Rivera y buena parte de los periódicos de Madrid) y ya dudan si su papel es, o no, lógico (que no lo es).

Peor todavía: el PP, pero también Cs y no digamos Vox, están dejando de ser relevantes en la llamada periferia (salvo en Galicia, donde Feijóo va a lo suyo para desesperación de sus conmilitones más centralistas). En Navarra, las derechas se han agarrado a la foralista UPN para no desaparecer. En el País Vasco no existen. En Cataluña retroceden (y espérate cuando Arrimadas deje Barcelona por Madrid). En Canarias...

Casado, Rivera y Abascal tienen una visión de España que excluye ya a demasiados españoles. Por lo tanto no sirve... salvo para hacerles el juego a los secesionistas.