Nota 1. Los dos problemas políticos más serios que le tocaron resolver a Mariano Rajoy durante su mandato (crisis aparte) fueron el afloramiento de unos intolerables niveles de corrupción en su partido y el auge del independentismo catalán. Haciendo honor a su fama de don Tancredo, Rajoy miró para otro lado y no hizo nada en un caso ni en otro, convencido como decía de que esos dos suflés bajarían.

Cuando el suflé catalán no solo no bajó, sino que amenazó con rebasar las dimensiones del horno, traspasó el problema a los jueces y fiscales. Y, tras el incendio de octubre de 2017, recabó la ayuda del resto de partidos y suspendió la autonomía aplicando el artículo 155 de la Constitución. ¿Alguna iniciativa política? Cero.

Nota 2. Rajoy no cayó por su nula gestión del problema catalán. Cayó por una moción de censura, a consecuencia de una sentencia demoledora que vino a desvelar las enormes dimensiones de la corrupción en el PP. Fue la corrupción la que motivo la moción de censura

Nota 3. Pedro Sánchez heredó la crisis del independentismo catalán convertida en una mezcla de drama y sainete, con medio Govern entre rejas, un expresident y varios exconsellers fugados, y un nuevo president del que muchos de sus colaboradores afirman en voz baja que es un iluminado o, directamente, que está mal de la cabeza. Sánchez aplicó el diálogo y la ley.

Con el diálogo paseó a Torra por los jardines de Moncloa, se fue a Pedralbes como síntoma de distensión y normalidad, como estuvo en Andalucía o en Aragón y anunció inversiones en los Presupuestos que deberían actuar como ibuprofeno para Cataluña, bajando la inflamación. Con la ley le dejó claros los límites que no se podían traspasar bajo ningún concepto, en ninguna negociación. Nunca ha considerado Sánchez la posibilidad de reconocer el derecho de autodeterminación para Cataluña y, mucho menos, la de una secesión.

Nota 4. Los dirigentes independentistas saben que, redoblando sus exigencias en esas materias, complican cada vez más el camino hacia una salida pactada de la situación, en la que todos obtendrían su cuota de satisfacción y Cataluña (sobre todo Cataluña, pero también España en su conjunto) evitaría negativas consecuencias económicas, que ya está padeciendo y que pueden llegar a ser enormemente costosas. Tal parece como si nadie estuviera aprendiendo nada del endemoniado proceso del Brexit y de sus consecuencias para Reino Unido.

Nota 5. ¿Por qué, entonces se obcecan en ese imaginario derecho de autode-terminación y amenazan una y otra vez con la imposible declaración unilateral de independencia? Para ver algo claro hay que retroceder unos años atrás. Cuando Artur Mas como president y el patriarca Pujol como guardián de las esencias desde su retiro, sufren un viraje después de casi treinta años de colaboración en la gobernanza de España, que les hizo ganar fama de estadistas a uno y a otro.

Es a partir de 2012 cuando las Diadas del 11 de septiembre se convertirán en altavoces del independentismo y cuando los dirigentes de CiU pasarán, de razonables y pragmáticos, a radicales y utópicos. Del seny a la rauxa. Esa mudanza, que se llevó por delante la histórica coalición entre Convergencia y Unión, y terminó arrumbando todas esas siglas en el desván de la historia para dar paso al caos político actual, se produjo por algunas causas bien concretas que nadie debería eludir si quiere com-prender lo que ocurre.

En parte, la desleal oposición del PP al gobierno de Rodríguez Zapatero a propósito de la reforma del Estatut, la propia torpeza de Zapatero al gestionar esa reforma, y la intervención del Tribunal Constitucional entre presiones políticas de uno y otro bando, crearon un clima de frustración entre la población catalana que, según las encuestas publicadas, hizo crecer el soberanismo como nunca desde la Transición.

Pero no deberíamos olvidar que, en perfecta coincidencia con esas fechas, se estrechaba el cerco sobre algo que era un secreto a voces: la corrupción amparada por los nacionalistas catalanes durante décadas de gobierno, la red urdida por el clan Pujol, de la que se amamantaron varias generaciones de personajes vinculados a Convergencia. Los Millet con el Liceo como ejemplo El famoso tres per cent que, ya se veía con claridad, vino a demostrar que el oasis político de Cataluña era, en realidad, un oasis de peaje.

Nota 6. No hay la menor duda de que, entre la población catalana, existe un porcentaje (seguramente pequeño) de independentistas honestamente convencidos, contra toda lógica, de que la proclamación de la República de Cataluña derramará sobre sus habitantes ríos de leche y miel, dichas sin tasa y prosperidad infinita. Pero es aún menos dudoso que, para el noventa y tantos por ciento de los dirigentes nacionalistas, el independentismo no es un sueño utópico sino un modus vivendi. Independentistas no de convicción, sino de nómina. Casi ninguno de ellos tiene una vida profesional al margen de la política (repasar sus currículos ) y saben que, si aflojan después de haber excitado a sus bases como las excitaron en los últimos tiempos, serán defenestrados. Y no solo perderán sus jugosos momios políticos, sino que también tendrán que responder muchos de ellos en el inevitable proceso a la corrupción del nacionalismo catalán.

Nota 7. Relatores, mediadores, facilitadores y toda clase de intermediarios han sido utilizados en otros conflictos (el de ETA, sin ir más lejos) por todos los gobernantes que han ocupado la Moncloa. Aparte del hecho comprobado de la tendencia a subir el pan cada vez que la vicepresidenta Calvo abre la boca, desde el gobierno de Pedro Sánchez no se ha rozado en ningún momento la ley en sus intentos de diálogo con el nacionalismo catalán. Nunca ha estado sobre la mesa nada que no esté contemplado en las leyes y en la Constitución. ¿Puede decirme alguien dónde está esa traición de la que habla la derecha? ¿Dónde la felonía?

Nota 8. Sacar a la gente a la calle, calentarles la cabeza con relatos falsos y agitar espantajos para meterles miedo es relativamente fácil. Lo que es mucho más difícil es conseguir que vuelvan a casa cuando la política modere inevitablemente las exageraciones de hoy y vuelva a poner los pies en la realidad. Probablemente entonces se volverán en contra de los que hoy aclaman.

Nota 9. El objetivo de estas notas no es defender la gestión de Sanchez, es poner negro sobre blanco una serie de hechos reales, constatables, a los que se puede acudir cuando las mentiras interesadas sobre este gravísimo problema nos abrumen. También en la guerra electoral, la verdad es la primera víctima

Nota 10. Creo sinceramente que la negociación con estos independentistas es imposible. Por lo tanto a «ley y dialogo», habrá que añadir tiempo y paciencia. H<b>*ATTAC Aragón

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