Sería primavera si no hiciera cierzo. Seríamos felices si no tuviéramos tanta prisa, etc. Matan a Ricardo Ortega en Haití, a tiros, y casi lo vemos por la tele. Vemos la lista de corresponsales muertos, casi en directo. A José Couso, a los demás, vemos salir el obús que le venía a matar. No hay efecto Matrix en la vida real, sucia y apresurada. No hay paridad en la vida real. La paridad por ley es la manera más sencilla de acelerar ese atasco histórico, prehístórico ya, ese buzamiento que impide un poco de justicia, de equidad, entre los sexos. Los mismos partidos no la aplican, claro, nadie la aplica, excepto ayer, pero luego las listas vuelven a donde solían. Es importante que los partidos sean los primeros en dar esos leves saltos históricos, en desanudar los atascos atávicos, el si pero no, el eterno quiero y no puedo. Lo de los sueldos, todo lo que viene detrás y delante.

Talibanismo solapado, camuflado, de las sociedades libres y democráticas, pero dentro de un orden, que a la larga se va viendo que es un desorden. No sale por ejemplo un partido de mujeres, como las sufraguistas, y hay motivos de sobra, al menos ayer, cada año el día 8 de marzo hay muchos motivos, grandes injusticias, y luego se reabsorben y se subsumen en la prisa de cada día, en las elecciones, en las próximas, en los trasvases... Hay que dar ese empujón definitivo, como se dio con la mili obligatoria, con otras cosas, esos años de demora, esos años interminables en que los partidos no acaban de reaccionar, no se deciden a mover ficha, se pasan las pelotas calientes de uno a otro, y la casa sin barrer, esos años de demora causan un sufrimiento inmenso a promociones enteras, los insumisos a la cárcel, las mujeres a la esclavitud, semiesclavitud insufrible del sueldo recortado, de los cargos con techo, de los horizontes vedados por defecto, por ser mujer. El PP acabó con la mili, después de tanto sufrimiento innecesario. Ahora nadie se decide a acabar con esta discriminación sistemática. Se dedica un día simbólico al tema, y se vuelve a lo mismo. Lo eterno mismo. Este malestar difuso pero permanente que no sabemos de dónde sale, este runrún de odio sumergido, de sarcasmo como recurso, es posible que venga de la injusticia radical, elemental, que sufren las mujeres.

No estaremos bien hasta que no haya algo más de igualdad.

*Periodista y escritor