El presidente checo, Milos Zeman, apareció recientemente en una rueda de prensa con un kalashnikov en el que se leía: «Para los periodistas». La amenaza no es baladí. Reporteros sin Fronteras viene advirtiendo sobre la «caza global» al periodista, a la prensa en general, a la que, desde Trump a Putin pasando por Erdogan y el príncipe saudí, se la ve como peligroso adversario. Me sumo a la conmoción mundial por el vil asesinato de Khashoggi y lamento profundamente que los 67 periodistas asesinados en los últimos meses, siete de ellos en Europa, no hayan tenido la misma trascendencia. Me produce náuseas ver a Erdogan pidiendo explicaciones. No porque no tenga que exigirlas, sino porque él debería darlas sobre los periodistas turcos detenidos y sobre los numerosos medios de comunicación que ha cerrado. ¿Es casual el asesinato de Khashoggi en Turquía, la mejor prisión del mundo para los periodistas, según Reporteros sin Fronteras? El asesinato, la desaparición y detención de nuestros colegas no es exclusiva de regímenes totalitarios. Siete europeos han sido asesinados en los últimos meses por hacer su trabajo, por hurgar en tremendos casos de corrupción política y económica, como es el caso de la búlgara Viktoria Marinova, que llegó a emitir un reportaje sobre un fraude de fondos europeos. ¿Han visto, fuera de los corteses lamentos, alguna repercusión en Bruselas? Dos puntos ha bajado España en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa. Al acoso y linchamiento en las redes a periodistas no independentistas en Cataluña se debe la caída. H *Periodista