Nos jugamos Europa al menos tal como la conocemos, la persistencia de los valores fundacionales de quienes diseñaron el proyecto y que fueron ratificados en el Tratado de Lisboa; nos jugamos una Europa que signifique libertad, democracia, igualdad y respeto a los derechos humanos, y que promueva la paz y el bienestar. Por supuesto nos jugamos lo que en algún momento se denominó modelo europeo de Estado de Bienestar del que nos sentíamos tan orgullosos comparando con la mayor parte de áreas geopolíticas. Están en juego muchas cosas que influyen en nuestra vida cotidiana aunque no siempre seamos conscientes. Es verdad que muchos renegamos de las políticas de austeridad a las que se nos ha sometido estos años atrás y por supuesto que nos indigna el papel de la Unión en los conflictos africanos y con la inmigración en el Mediterráneo. Pero somos muchos los que pensamos que la solución es más Europa y no lo contrario y sin duda hay motivos para la preocupación. Salvini y Orban son las puntas de lanza que tratarán de ganar votos con un discurso xenófobo, nacionalista y de ultraderecha. Hay informes que anuncian que estas fuerzas políticas podrían sumar los 160 escaños. En esta situación los partidos políticos democráticos se lo pueden tomar en serio o utilizar la Eurocámara como lugar de retiro de políticos amiguetes y se equivocarán gravemente. Son los mejores, los más cualificados, los que tienen que ir en listas. El Parlamento europeo no es un premio ni un lugar de plácido disfrute. Es demasiado importante lo que está en juego. H*Profesor de universidad