Es evidente que Madrid, como ciudad, fue un invento de Felipe II. Como urbe es un lugar peculiar, sin un río caudaloso a su lado, como en el caso de Zaragoza o Toledo; ni fue tampoco un cruce de caminos, y a más de 300 kilómetros del mar. Recostada al lado de la sierra de Guadarrama es una ciudad inhóspita, con un tráfico agobiante, con unos precios de la vivienda inasequibles y con una contaminación insufrible. Mas, a pesar de ello sigue creciendo succionando a su entorno. Sus pobladores son de carácter abierto y con iniciativa. Tierra de mezcla, ayer de gente de toda España, hoy de todo el mundo. Esto debería haberla impregnado de un carácter cosmopolita, como Paris.

No obstante sorprende su visión nacional, supercentralista, que se manifiesta en una actitud de superioridad hacia los que somos de provincias. Quizá tal actitud se deba a que al ser su gran mayoría de familias llegadas de provincias, sus descendientes actuales alardean para ocultar los traumas y la pobreza del emigrante de la primera generación. Para «contrarrestar» ese centralismo se diseñó el Estado de las autonomías, pero controlado desde el centro a través de la financiación, que, como observamos, chirría.

Para Ángel López García-Molins, catedrático de Lingüística General de la Universidad de Valencia, ese centralismo de Madrid, que es un grave problema español, se ha trasformado en una auténtica ideología, que se podría entrecomillar «Madrid». Se trata de unas ideas muy simples, que han ido calando en la sociedad, la intelectualidad y la clase política madrileñas, y en gran parte del resto de España.

1ª) La esencia de España es Madrid, por lo que sus tendencias, costumbres y mitos son de obligado cumplimiento. Las manifestaciones de madrileñidad se dan en diferentes niveles, desde la condición nacional del Real Madrid, que a todos los efectos es la selección nacional bis, al acaparamiento de todas las instituciones culturales estatales, que se consideran propiedad de Madrid, aunque sus fondos los hayan aportado del resto de España. En el Museo del Prado está el Santo Domingo de Silos, la tabla principal del retablo de Bartolomé Bermejo de la iglesia de Daroca, obra clave de la introducción del renacimiento flamenco en Aragón; y la no menos espectacular tabla de la Virgen de Tobed, de Jaime Serra, obra fundamental de la pintura italogótica aragonesa. En el Reina Sofía, el Guernica de Picasso. En el Arqueológico Nacional, la Dama de Elche.

2ª) Quien se manifieste en contra de esta ideología es un español de segunda, cuando no un mal español e incluso no es español. Como el que se manifieste contrario a la fiesta de los toros, cuya feria más emblemática es la de San Isidro.

3ª) Por ende, Madrid debe, tiene que ser la sede por antonomasia. De todo: financiera, política, administrativa, cultural, mediática. El Instituto Nacional de Oceanografía, con quince oceanógrafos estudiando el bacalao; o el Canal de Experiencias Hidrodinámicas de la Armada, para probar buques a 500 kilómetros de la costa.

4ª) Los problemas solo se reconocen como tales cuando llegan a la capital. Mientras tanto no existen. Nada más hay que observar los noticiarios de las cadenas, que se llaman nacionales. Una nevada en el Guadarrama tiene prioridad absoluta a las catástrofes en otros lugares. Una lesión de Ronaldo abre telediarios.

5ª) Todas las elecciones están subordinadas a la representación parlamentaria en el madrileño palacio de la Carrera de San Jerónimo. En España hay elecciones locales, autonómicas o nacionales, pero toda la actividad política está dirigida a gobernar en Madrid. Si un partido alcanza la mayoría en las Cortes, sus diputados quedan imposibilitados para defender los intereses de su región. Si un partido es minoritario en las Cortes, toda su acción política de sus diputados provinciales estará dirigida a recuperar el gobierno en Madrid, aunque sea a costa de perjudicar los intereses de su comunidad o provincia. Todo ello pervierte nuestra democracia. No son raros los políticos «cuneros», como Bárcenas senador por Cantabria, impuestos por la Ejecutiva central de los partidos. Las listas cerradas, impuestas desde Madrid, obligan al ciudadano a votar a personas desconocidas y que ignoran totalmente la problemática de su circunscripción electoral. Esto trae como consecuencia la atonía del Parlamento español, donde se vota lo que decide el jefe de filas con tal unanimidad, que podría suplirse con una simple aplicación informática para asignar un porcentaje de votos a cada propuesta de ley. Y si a algún cargo político municipal o autonómico le ofrecen otro a nivel estatal, lo acepta sin respetar los electores que le votaron. Véase, Luisa Fernanda Rudi, que renunció, nada más y nada menos, a la alcaldía de Zaragoza.

Ese centralismo ha sido y es pernicioso para España. Más de 108.000 jóvenes se fueron de Castilla y León en la última década, lo que es extensible a Castilla La Mancha, Andalucía, Extremadura, Aragón, etc. La mayoría con destino a Madrid. He ahí una de las causas de la España vaciada. Como también de la problemática vertebración territorial.

Pero este invento de Madrid funciona como una ideología en beneficio de unos pocos, unas elites políticas, económicas, y que a la hora de defenderla y sostenerla no ha habido ni hay diferencia alguna entre la derecha y la izquierda.

*Profesor de instituto