El jueves, en la previa del partido de ayer, Natxo González fue cuestionado sobre las posibilidades del Real Zaragoza de conseguir el ascenso directo. El entrenador respondió con pocos requiebros y ninguna duda. «Cero». Cuando lo dijo su equipo estaba a siete puntos de la segunda plaza con 18 todavía por repartir. Hoy, después del empate en Reus, seguramente el premio máximo para el partido con más problemas de las últimas jornadas, el Zaragoza se sitúa provisionalmente a seis del Huesca y el Sporting de Gijón con sus encuentros de hoy y mañana todavía pendientes. Más cerca, aunque más lejos.

Cuando Natxo González fue preguntado, la meta del ascenso directo ya quedaba en la lejanía, pero las opciones no eran cero. Eras muy pequeñas, pero no inexistentes. Exigían una recta final de temporada perfecta. El empate de Reus prácticamente las elimina salvo resultados favorables en la jornada de hoy y de mañana, que en Segunda los giros de guion son imprevisibles. La respuesta de Natxo, ese rotundo «cero», fue sobre todo una reafirmación de una idea personal y de una realidad: la extrema dificultad de ganar partidos en esta categoría.

Bien lo comprobó el Zaragoza en Reus, de donde salió con un pequeño botín después de un encuentro en el que perdió el control del juego, en el que el centro del campo sufrió para crear y para destruir, donde penó mucho en la defensa de los centros laterales, especialmente en el carril de Lasure, y en los balones por alto. Cristian volvió a aparecer. El punto sirve para seguir sumando en pos del objetivo: jugar y ganar el playoff.