La suspensión durante 15 días de la actividad académica en Aragón, desde los cero años hasta la universidad, no es una medida alarmista sino preventiva. No tendría sentido tener los centros educativos abiertos cuando se trata de evitar la propagación de un virus que, según los expertos, tiene en los más jóvenes un perfecto canal de transmisión. Debería extenderse también al ocio y a las fiestas que tanto proliferan por estas fechas. Por responsabilidad colectiva.