Los representantes de las víctimas del 11-M hablarán hoy ante la comisión parlamentaria que analiza los atentados de Madrid. Tras su intervención, que se produce después de las de José Luis Rodríguez Zapatero y José María Aznar, los diputados habrán recibido la información y las opiniones de cuantos podían aportar algo sobre el tema. Llega, por consiguiente, el momento de cerrar las comparecencias, que de seguir sólo añadirían leña al debate político. En cambio, la comisión puede --y debe-- empezar a elaborar sus propias conclusiones. Ante la disparidad de criterios entre el PP y todos los demás partidos, será imposible consensuar algo sobre los fallos de previsión de antes del 11-M respecto del radicalismo islamista o sobre la desinformación que efectuó el Gobierno tras el atentado. Pero las conclusiones más importantes deben ir por otro lado: tanto respecto de la adopción de medidas legales y operativas para subsanar los errores de entonces, como de la necesidad de rehacer y ampliar los pactos políticos para no volver a utilizar el terrorismo como arma partidista. A esto, si se plantea con seriedad, éticamente no puede darle la espalda el PP. Mariano Rajoy tiene en ello, ante sí, un momento de la verdad.