Una antología de Chumy Chúmez demuestra, como no podía ser de otra manera, lo vivo que está quince años después de su muerte. Humores que matan (Reino de Cordelia) es el maravilloso volumen que recoge sus mejores chistes y, lo que es más importante aún, lo mejor de su espíritu.

Un genio crítico que se desarrolló durante las últimas décadas de la dictadura franquista y las primeras de la joven democracia española, alzando siempre la bandera de lo políticamente incorrecto.

Ácido hasta la corrosión, iconoclasta, lúcido hasta el dolor, heterodoxo, Chumy fue un artista profundamente español, como hispanos son el esperpento, la dejadez, el ensueño, el derrotismo, el idealismo, la servidumbre, la confianza, la inocencia o el genio.

El suyo se derramó, sobre todo, en viñetas de humor que irían dando brillo y contraste a publicaciones --revistas, en particular--, algunas hoy tan legendarias como El hermano lobo o La Codorniz, cuna de los mejores humoristas del país

En Humores que matan, sus antológicas viñetas están más o menos divididas por ejes temáticos, siendo Chumy difícilmente clasificable. Para el autor, el humor era una manera global de ver la vida, filosofar y tal vez creer en algo, aunque sólo fuera en la sonrisa, la réplica, la travesura o la crítica.

Tenía sus propias teorías sobre el humor, a menudo tan claras como los mensajes de sus creaciones gráficas. «El humor sin malevolencia --escribió, por ejemplo--, puramente formal, es un humor domado, y el humor con malevolencia es un humor libre». El poder, la cultura, las costumbres, los obreros, el erotismo, los curas, el campo español, sus famosos burros, sus ricachones con chistera nos hicieron reír y pensar.

«El humorista --ironizaba él-- es un superhombre en miniatura. Debe ser honrado como sus padres, veraz como el B.O.E., gracioso como Quevedo, generoso como Cervantes, y debe alejarse de la infamia, la mentira, la cobardía y el odio. Debe también dibujar y escribir bien y tener sus miembros y vísceras en buenas condiciones para donarlas a los necesitados si súbitamente muere de inanición...»

Un genio.