Antes sabíamos hacia qué lado mirar cuando cruzábamos la carretera, pero ahora, con tanta confusión mundial (y también municipal), es preciso mirar hacia la izquierda y hacia la derecha, aunque la calle fuese, hasta ahora, de dirección única. Mira hacia todos los lados y con cien ojos: ese era el mandato materno al empezar a ir solos al colegio. La historia se nos repite, pero ya de adultos y con más tráfico.

En un mes, del fatídico 11-M hasta el 11-A, que hoy se cumple, puede suceder cualquier cosa que te cambia la vida: atentados, elecciones con vuelco, accidentes, inmolaciones, soldados heridos... nos hace falta localizar algún prodigio de peso, dar con un descubrimiento esencial para equilibrar la balanza, un contrapeso para levantar la cuenta de resultados. Las vacaciones de Semana Santa vienen bien para cargar pilas individualmente, pero al regreso las portadas del periódico y las prioridades de las teles apuntan hacia lo mismo.

Informativamente, en sólo un mes. de entonces a ahora, ha habido que realizar bastantes ajustes. El sapo grande se ha comido al sapo pequeño: la terrorífica factoría de ETA descubierta en una hermosa casa del sur de Francia, con sus miles de detonadores, explosivos, sus kilómetros de cable mortal y el dueño del inmueble, que era un conductor de un autobús escolar, ha quedado oculta en un segundo plano, al igual que las importantes detenciones efectuadas. Hace un tiempo, el tratamiento en prensa hubiese sido bien distinto, pero ahora estamos frente a una nueva escala de enormidades. El peso de noticias como ésta va menguando. ¿Estaremos reajustando nuestros demonios, nuestras amenazas? En todo caso, no hay que olvidar que, con estos etarras, todo estaba listo para matar y que miles de personas siguen estando obligadas a mirar cada mañana debajo del coche.

Cuando el horizonte se mueve tanto no hay más remedio que levantar nuevos planos para poder hacer pie, sacar mapas que incluyan los cambios de la actualidad mutante. Hay que deshacerse de los mapas viejos que ya no sirven para orientarnos como antes. Las fronteras han cambiado. Hay que preparase para lo que se avecina, para las consecuencias de la guerra de Bush y sus seguidores con plaza en la Universidad de Georgetown. Mientras Aznar perfecciona su inglés, en España la policía reclama agentes con conocimientos de árabe.