Lo dijo Montoro: «Venimos de una crisis por una borrachera de gasto público y algunos ya quieren irse de nuevo de copas». Es verdad. Los dos primeros en hacerlo son Rajoy y él mismo. Han repetido lo que hace gente del PP desde hace tiempo: utilizar el dinero de todos, los fondos públicos, como si fuese suyo y gastarlo en sus conveniencias.

Un interés suyo: seguir gobernando. Para ello necesitan que el Congreso, donde no tienen mayoría, les apruebe los Presupuestos. Como el PNV posee los votos que les faltaban, Rajoy y Montoro han renegociado el cupo vasco cediendo en todo lo que les pedían. Ellos seguirán gobernando pero a partir de ahora Euskadi pagará cada año 540 millones de euros menos por los servicios que recibe del Estado y cobrará además otros 1.400 en concepto de atrasos. Trinco trinco.

Siempre habíamos entendido que las idas y venidas de dinero entre el Estado y las autonomías eran para atender a los gastos y para que los territorios más ricos ayudasen -la solidaridad necesaria-a los que tienen menos recursos. En adelante Euskadi contribuirá todavía menos a las necesidades de, por poner dos ejemplos clásicos, Andalucía y Extremadura, mucho menos industrializadas que ella.

No digo esto desde el independentismo catalán, al que no pertenezco. Tampoco en contra del fuero vasco, que acepto aunque discrepe sobre sus cantidades. Lo subrayo en defensa de la equidad, de la solidaridad interterritorial (aunque el PSOE, socio del PNV en Euskadi, calle ante lo que tendrán que perder aquellos territorios para que al final todo cuadre. ¿O no lo perderán y lo sacarán de alguna otra autonomía?). Pero denuncio una cosa: estoy convencido de que si el PP no necesitase los cinco votos vascos no habría aceptado esas cifras.

¡QUÉ BIEN ha pujoleado (vender megacaro el microapoyo que necesita Rajoy) Urkullu! Y le pido excusas por compararlo con el exhonorable ya que él debe educar mejor a sus hijos y no imita a aquel padre de familia que en las negociaciones constitucionales tuvo la poca vista de no reclamar un pacto económico similar a los vascos pese a que conocía muy bien el valor del dinero.

Rajoy es generoso con lo ajeno. A cambio de los votos de los cinco apellidos vascos da mucho en cash, promete retirar recursos de inconstitucionalidad (¿se habían presentado sin razones objetivas para ello?), ofrece nuevas transferencias e inversiones, e incluso rebaja la electricidad a las empresas vascas para que compitan con ventaja con las de otros territorios. Los vascos deben considerarlo más gracioso que Dani Rovira. Pero cuando les haga a ellos cosas como la que por su estricta conveniencia acaba de hacernos a todos los demás quizá reirán menos.

*Periodista