La fiesta más reivindicativa de Zaragoza, la Cincomarzada, volvió a ser escenario ayer de multitud de demandas y exigencias de todos los barrios de la ciudad. Y hasta el alcalde, Pedro Santisteve, hizo la suya: una mayor financiación para los ayuntamientos, a los que calificó de «los pobres del Estado». Pero por encima de todo se convirtió en un clamor contra la violencia machista, esa lacra que en lo que va de año se ha cobrado ya la vida de una veintena de mujeres y desde el 2004 ha dejado en España más de 500 huérfanos. El mismo número de víctimas de la orfandad que el terrorismo de ETA dejó en Guipúzcoa en sus 50 años de existencia. Nombres, que no cifras, para la reflexión policial, política y judicial.