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No hay ruido de gente comiendo (y además no se mancha el suelo con palomitas ni envases). No se oye ni una tos (al que le viene alguna se la guarda por si acaso, que nunca se sabe cómo se lo pueden tomar los demás asistentes). Incluso creo que, al ir con mascarilla, la gente habla mucho menos de lo habitual. Aunque tal vez esto se debiera a la fascinación de la propia película, que la carnal Johansson deja mudo a más de uno. H