Gol de Guti. Gol de Pombo. Gol de Pombo. Siete puntos de nueve en La Romareda en el 2018, donde el Real Zaragoza ha conseguido por fin invertir la terrorífica tendencia del año pasado, cuando entre victoria y victoria en casa se llegaba a perder el recuerdo. Estos chicos de la casa, como los llama Natxo González, al que hay que reconocerle el arrojo y la valentía de poner un peso importante del equipo en sus botas, han acudido al rescate en enero con el corazón bombeando buen juego. Con sus goles han insuflado oxígeno a un grupo de respiración entrecortada y llenado de estupendos puntos un casillero que empezaba a estar vacío como una isla sin Robinson.

Con el triunfo de anoche, el Real Zaragoza aleja a once puntos más el goalaverage al Córdoba y mira la vida de una manera menos angustiosa, que para zozobra ya están los finales de cada partido en La Romareda. Mientras los fichajes exóticos del pasado verano pierden importancia progresivamente, otros que presuntamente eran apuestas seguras, como Benito, sufren las de Caín casi cada noche y Borja no abandona un preocupante estado de frustración (lo que no invalida el juicio sobre él: es un delantero extraordinario), los chicos de la casa tiran de un carro que les da de comer y les alimenta el alma.

«El futuro son ellos. Son los que van a llevar al Zaragoza a Primera», como dijo Natxo a este diario. De momento, ellos, la cantera, la injustamente discutida cantera, está arrastrando hacia arriba al equipo y correspondiendo a su entrenador, al que han mantenido en su puesto de trabajo.