No todos los sondeos son meramente electorales. Y quizás convendría detenerse en los que no lo son. Una reciente encuesta de 40dB ofrece datos sobre cómo la ciudadanía percibe su situación que deberían ser tenidos en cuenta. Así, la creciente sensación de que los gobernantes dan la espalda a sus representados ya no produce aquella desafección que nos diferenciaba de otros países cercanos con mayor costumbre democrática. Al contrario, se percibe una mayor participación y compromiso político que van más allá de una u otra opción de partido. Para este nuevo ciudadano crítico, en España no se han activado los mecanismos para evitar una nueva crisis económica que ve venir el 82%. Además, culpa a la clase política (66,4%) y a los bancos (64,3%) de la anterior, por encima de la burbuja inmobiliaria (62,6%). Particularmente significativo es que casi dos tercios (65,3%) cree que hay que reducir la desigualdad entre clases sociales aunque eso suponga subir impuestos.

En paralelo, la principal preocupación de los partidos es saber cuándo se convocarán elecciones para planificar la agenda y la estrategia: que si marzo, que si el superdomingo de mayo o si el actual Gobierno podrá o le convendrá aguantar hasta 2020, inmersos en una perpetua campaña o precampaña.

Mientras los mítines se banalizan y se convierten en monólogos propios de un club de la comedia sin gracia a los que solo acude el público con entrada de clá, la falta de responsabilidad y decoro llegan al Congreso en forma de expulsiones autoprovocadas y hasta de escupitajos. Es decir, la clase de comportamientos que hasta hace muy poco veíamos por televisión en zonas de otras partes inestables del mundo y que considerábamos impropias y lejanas de una democracia madura.

El Congreso se ha convertido en un escenario propicio para celebrar esos happenings reservados para los más altos egos públicos de desbocada ambición que se retroalimentan, esos acontecimientos teatrales sin guion o trama, como los definía John Cage, que siguen la secuencia provocación-participación-improvisación. Pese a todo, la ausencia de consensos siempre encuentra una excepción: la que permitirá a todos los partidos acceder a datos personales obtenidos en páginas web o redes sociales para utilizarlos como propaganda electoral. Todo sin debate ni enmiendas. Definitivamente el ciudadano crítico, y el que no lo es, tienen mucho en qué pensar. H *Periodista