Esta semana se ha desvelado un asunto que descalifica a Ciudadanos (Cs) y cuestiona que este grupo político sea capaz de «limpiar» las instituciones en España, como presumía. Denunciaban hasta ayer los dirigentes de C,s que la corrupción anidaba en las instituciones del Estado y que era especialmente sangrante la intromisión de los partidos políticos en la Administración de Justicia. Criticaban una y otra vez la influencia de los políticos en los órganos de gobierno de la Justicia, mediatizándola al nombrar y proponer a jueces y juristas para ocupar los puestos del Tribunal Constitucional o del Consejo General de Poder Judicial. Abogaban por una Justicia «libre e independiente», en la que los partidos no metieran mano.

Pues bien, todo eso que decían no era sino una monumental mentira. Porque resulta que Cs colocó como miembro de la Junta Electoral Central, que no es un órgano judicial, pero tiene encomendada una misión tan importante y decisiva en una democracia representativa como «garantizar la limpieza y transparencia del proceso electoral», a Andrés Betancor, que era en ese momento asesor de su grupo parlamentario y cobraba por ello.

Una vez conocido este escándalo, los dirigentes de Cs se han limitado, al menos hasta este fin de semana, a emitir un escueto comunicado para decir que todo era legal. Y hasta ahora, Inés Arrimadas, la otrora tan dicharachera candidata a presidir ese partido, anda callada en este asunto, como si con ella no fuera semejante perversión. Así no han hecho otra cosa que justificar las quejas de los independentistas, al denunciar que las decisiones de la Junta Electoral estaban manipuladas; porque sí lo estaban.

No sé si será legal o no, lo dirán los jueces, que un miembro de la Junta Electoral Central cobre como asesor de un partido político, pero a mí me parece de una inmoralidad y una falta de ética realmente gravísimas.

Ciudadanos consiguió hace pocos años un notable apoyo electoral, cuando se presentó como adalid de la decencia y defensor de la igualdad entre todos los españoles. Pero enseguida cayó en escándalos de manipulación en sus primarias, admisión de candidatos de aluvión y enormes vaivenes ideológicos que fluctuaron de la socialdemocracia al ultraliberalismo en un santiamén.

Este último escándalo puede suponer la puntilla definitiva a una formación que hace poco más de dos años fue la fuerza más votada en las elecciones autonómicas catalanas y estuvo en algunas encuestas rozando el primer puesto en España. Por algo será.

*Escritor e historiador