Ciudadanos ha tenido un notable éxito en Andalucía. Con mucha menos estructura e implantación que PSOE o PP, con menos cartelería y aparato, sin tantos palmeros ni voceros se ha ido a un 18,3%. La alianza con Susana Díaz, a la que han sostenido sin empacho en el poder hasta pocos meses antes de la cita con las urnas, no les ha pasado factura.

Tampoco, parece, vaya a tener dicho pacto continuidad. El PSOE podría seguir, numéricamente hablando, gobernando con Cs, pues la suma daría a ambos partidos mayoría en el Parlamento andaluz, pero Albert Rivera ya ha dicho no a esa posibilidad. Y no es fácil que se desdiga, salvo que los socialistas cedan galantamente la presidencia a Juan Marín, el candidato andaluz de Ciudadanos. Posibilidad que, ahora mismo, se antoja igualmente remota, pese a que (si bien pillado de los pelos) hay un precedente: Cantabria, donde Miguel Ángel Revilla, procedente de la derecha cántabra, ha venido gobernando tan ricamente con el apoyo de Rodríguez Zapatero y de Pedro Sánchez.

Con el otro ojo, Ciudadanos mira hacia el pacto andaluz de las derechas, con PP y Vox.

Por un lado, ese acuerdo lo posicionaría más claramente en ese arco que en el fiel de la balanza ideológica, en ese justo centro político que es donde le gustaría estar a Rivera, pactando ora con el PSOE, ora con el PP.

Por otro, una alianza con PP y Vox abriría a Ciudadanos las puertas del gobierno andaluz, bien presidiéndolo, bien copando varias consejerías, estrenándose, en cualquier caso, en las funciones de gobierno, con sus contras y sus pros.

Y también cabe la posibilidad, finalmente, que no haya acuerdos ni en la derecha ni en la izquierda, ni con el centro o sin él, y que la Comunidad de Andalucía, incapaz de cohesionar un ejecutivo para su Junta, se encamine a otro callejón sin salida, uno más en la laberíntica política española. Sería un nuevo clavo en ese ataúd de la abstención y de la desafección que pretenden enterrar la semilla democrática en los yermos páramos de ultraderechismos y populismos.

Ciudadanos está ante su nudo gordiano. Puede intentar deshacerlo o cortarlo de golpe, pero no ignorarlo.