La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, está mostrando abiertamente su simpatía por los conceptos que manejan los partidarios de la Nueva Cultura del Agua. Tal inclinación, no lo olvidemos, ha facilitado el replanteamiento del Plan Hidrológico Nacional y la derogación del trasvase del Ebro. Pero también puede tener otras consecuencias a medio plazo que sería muy conveniente aclarar lo ante posible.

Es indudable que la planificación del Ebro elaborada desde las instancias oficiales en los últimos lustros debe ser objeto de una revisión a fondo que incluya tanto los proyectos como su filosofía. El objetivo: negociar y elaborar nuevas propuestas en las que confluya el uso del agua como recurso medioambiental y como factor de desarrollo sostenible. Todo ello ha de irse concretando sin más ambigüedades. Si el PHN de Aznar ya es un problema superado, ha llegado la hora de que vayamos conociendo sus alternativas.