Tal y como se presenta el panorama al día de hoy, la política aragonesa pone de manifiesto una vez más el escaso papel que nuestra comunidad juega en el conjunto del Estado. Por una parte, la presencia en listas al Parlamento Europeo del PSOE y PP resulta magra y básicamente debida al juego de influencias con sede en Bruselas y Madrid; de las formaciones lamentable e involuntariamente minoritarias, mejor no hablar. Y bueno, si del agua hablamos, siempre el padre Ebro, por ahí rondando mientras que los catalanes se aprestan a ordeñar el botijo de las reservas hídricas y tal vez algo más, todo sea por la patria y que se joroben esos aragoneses cuyos bienes eclesiásticos, bandera, corona y reino llevamos años birlando, al loro con la franja y expansionismos varios. Mas como no somos menos que otros, por ahí recorre el territorio un fantasma llamado Plaza y otro CAI, por más que el excelso decano de la clase política aragonesa lo resuelva todo con alpiste. ¡Será cachondo este hombre!, tan bien arropado en los madriles por unos y otros, e imaginen las razones que mejor les cuadren. A la odiada Madrid dicen que se irá a no tardar. ¿Qué le costará a su partido el viaje y estancia en la Carrera de San Jerónimo? Sin embargo, no hay que desesperar, pues resueltas las primarias, Lambán va a hacer política de la buena, eso esperamos. Mientras desgrana programa e ideas de futuro, de paso insiste en una comisión de investigación para la CAI. Anuncia maneras y buen camino.

Profesor de universidad