La escuela está dando ejemplo de cómo la comunidad batalla mejor contra la pandemia que la suma de compartimientos individuales y de cómo el liderazgo en la gestión otorga confianza a sus miembros para cumplir los protocolos.

Frente a los peores pronósticos que temían que el colegio funcionara como una centrifugadora del coronavirus, más de un mes después de la vuelta a las clases, la realidad ha sido bien distinta. Ni siquiera se sitúa en un porcentaje similar al del resto de la ciudad o la comunidad en la que está cada uno.

En España, el país con mayor número de contagios de Europa, los centros escolares se han convertido en lugares con una incidencia mucho menor de covid19, y además de por la caracterización de los niños como menos contagiadores, es determinante la forma rigurosa en que se están aplicando las medidas de protección.

El esfuerzo es colectivo, de docentes y alumnos, en el cumplimiento del eje de los protocolos, metros, manos y mascarillas, al que hay que añadir a pesar de las bajas temperaturas, la ventilación. Y, como un ejemplo más de la fluidez de la comunicación y de la adaptación de las medidas a la evolución de la pandemia nos comunican a los padres la importancia de que los niños lleven ropa térmica. Imagino a los alumnos en clase abrigados al estilo de esas batas de felpa que se veían en tantas casas de nuestro país cuando la calefacción era un artículo de lujo, y además, enmascarados. Pero ni una queja de esos niños que tienen una zona de descanso para quitarse la mascarilla durante un minuto cada uno, para coger aire y terminar la jornada escolar. Porque han entendido bien lo esencial y su alternativa, volver a casa a la atención en remoto.

La comunidad en marcha, entre equipos directivos, personal docente, administrativo, de limpieza, Ampas, equipos covid, y familias. Una red que mantiene la comunicación sobre las medidas a cumplir, que felicita por los buenos comportamientos, detecta los errores y reelabora las decisiones. Hasta los grupos de WhatsApp han entendido que no estamos para lo insustancial y nunca se habían circunscrito, como ahora, a su función de soporte entre sus integrantes.

El aprovechamiento compartido de la información es la forma de cooperación más importante entre los afectados, además de una predisposición a la solidaridad, quizá proveniente de la certeza de que en cualquier momento el afectado puedes ser tú.

Con todas las dificultades la escuela sigue, y es el ejemplo que de aquí se sale juntos.