Los únicos que no tienen nada que temer de Villarejo son aquellos que en los buenos tiempos del excomisario no estaban en la pomada o al menos no cundían demasiado por Madrid: los de Podemos, Cs y gran parte de los periféricos. Los demás... cualquiera sabe. Por eso la sombra del chantaje se extiende por doquier. Y todas y todos los que en su día pretendieron estar en el ajo y mojar en todas las salsas que se cocinaban (y cocinan) en la Corte pueden verse pillados por las grabaciones que probablemente va a seguir lanzando a los albañales de internet esa web recién creada (exprofeso), moncloa.com.

El personal se metía en una charla de sobremesa con el poli ful y se iba de la lengua (por imprudencia, para presumir o por simple chismorreo). Así que si yo fuese ahora mismo un prócer capitalino y alguna vez hubiese coincidido con el tal Villarejo, aunque fuese tomando un chocolate con churros, procuraría hilar muy fino a la hora de describir el encuentro, y jamás se me ocurriría la tontada que hizo la ministra de Justicia al negar toda relación con el interfecto. Que lo grababa todo, lo intervenía todo y coleccionaba audiovídeos comprometedores.

Al margen del patinazo de doña Dolores Lola Delgado, lo que ahora queda claro es que, si el Estado, en toda su dimensión institucional, quiso dejar sin efecto el escopetazo del excomisario al Rey emérito por boca de la imprudente Corinna, ahora habrá que tener idéntica consideración con otros personajes, sobre todo si estos aparecen como lenguaraces cotillas, y no como posibles evasores fiscales o receptores de comisiones bajo cuerda. Aunque nunca se sabe. Junto a las confidencias improcedentes vuelan las sociedades instrumentales. Hiperespacio.

Lo he dicho mil veces: esta atmósfera sucia, esta ciénaga donde sospechar es lo más lógico y cuando enciendes el ventilador siempre salta barro es un ecosistema maléfico en el que la democracia no puede sobrevivir. Y por ello urge limpiarlo con una poderosa catarata de ética y estética. O vamos a bailar al son que toquen los villarejos de turno.