El mundo del coleccionismo ha inspirado a escritores y cineastas dentro del género thriller, como es la conocida película de 1965 de William Wyler. En la realidad, los coleccionistas también se distinguen por sus adquisiciones. En Zaragoza podemos ver, en estos momentos, la Colección Gerstenmaier que se exhibe en el Palacio de Sástago y, con carácter permanente, la Colección Circa XX de Pilar Citoler en el Museo Pablo Serrano. Las dos tienen una nómina extraordinaria de artistas, la de Sástago se centra en la pintura española más significativa del siglo XIX, aunque también posea, Hans Rudolf Gerstenmaier, una apreciable colección de pintura española de los siglos XV y XVI. En cambio las obras de la colección Citoler pertenecen al siglo XX y tienen un carácter más internacional. Pero entre las dos colecciones la diferencia es sustancial (sin intervenir en ello la temporalidad), la de Gerstenmaier tiene una gran calidad, son obras elegidas que transmiten el disfrute de poseerlas y contemplarlas, premisas imprescindibles que debería tener un coleccionista, además de sensibilidad y conocimiento de cada artista en el que se invierte, y la de Circa XX, en su conjunto, siendo que los artistas son de primera línea, las obras no son representativas, la mayoría es obra gráfica y la pintura, si hablamos en términos cualitativos, no es lo mejor de cada casa. Una gran inversión económica institucional que nominalmente viste bien, pero que pasaría desapercibida en el conjunto de colecciones de cualquier gran ciudad. No obstante es necesario que existan coleccionistas de arte para disfrutar de excelentes museos como el Whitney y la Frick Collection, los dos en Nueva York o, sin ir tan lejos, el Thyssen.

Pintora y profesora