Las recientes palabras del obispo de Solsona vinculando la homosexualidad a una carencia de la figura paterna; la rebelión de unos alumnos de Lérida contra el profesor que había calificado a los homosexuales de «antinaturales», o el caso de Jesús Tomillero, el árbitro de fútbol que ha recibido amenazas por su condición sexual, nos informan de que en este país, pese a los notables avances de las últimas décadas, aún existe -larvado o visible - un rechazo homófobo contra el que se debe luchar sin desmayo. En las próximas jornadas se llevarán a cabo reivindicaciones diversas para sensibilizar a la sociedad y para reclamar tanto una legislación igualitaria y en defensa de los derechos del colectivo LGTBI a nivel estatal. Asimismo, en las Pride Parades, que se llevarán a cabo en conmemoración del Día Internacional del Orgullo LGTBI, se pondrá énfasis en la situación del colectivo en el planeta. Casi un 40% de la población mundial vive en países donde la libertad sexual está prohibida. Bajo el lema Por los derechos LGTBI en todo el mundo, el desfile de Madrid será un referente ineludible, conjunción entre fiesta y radicalidad en defensa de la dignidad humana. Recientemente se rindió homenaje a los luchadores que hace 40 años, en 1977, protagonizaron la primera manifestación del orgullo gay. Todo un hito en la historia de la democracia, y un ejemplo reivindicativo a seguir.

Los episodios de fuerte calor que se han registrado estos días en Aragón han tenido una repercusión específica en las aulas, un lugar que habitualmente se salva de estos efectos por coincidir con las vacaciones estivales. Pero este sofocante junio ha dejado huella en los colegios, muchos de los cuales no están preparados para combatir esta oleada de altas temperaturas. Los sindicatos han exigido que la Administración se ponga manos a la obra, acusándola de «pasividad» y hasta en las Cortes se ha reclamado explicaciones a Educación. La consejería ha anunciado que se está elaborando un protocolo -- sin que se conozcan demasiados detalles-- para buscar soluciones. Es evidente que cada centro puede exigir medidas específicas en función de las características del inmueble y el uso de aire acondicionado no tiene por qué ser la única alternativa, pero es cierto que los colegios en su mayoría carecen de climatización, frente al resto de edificios públicos. Lo que está claro es que alumnos y docentes no pueden estar en clases en las que los termómetros impidan una mínima comodidad. Y si el calor agobiante empieza a no ser una excepción en días lectivos del curso, como anuncian los expertos, la Consejería de Educación deberá plantearse sistemas técnicos y costosos para hacer las aulas habitables o, incluso, actuar sobre el calendario escolar. Si en invierno se combate el frío, habrá que prever que el calor no solo llega en vacaciones.