El comercio es uno de los principales elementos que nos indican si una ciudad es dinámica, emprendedora, eficiente, equilibrada, habitable y rica: en definitiva, si una ciudad está viva. Y más en la cultura mediterránea a la que pertenecemos y en la que el papel de las ciudades como centros de intercambio, de relación, de abastecimiento y de servicios, constituye uno de sus rasgos más característicos desde hace más de dos mil quinientos años.

Los tiempos pasan, las formas de vida y de organizarse socialmente cambian y las costumbres de las personas, que en definitiva son quienes constituyen la ciudad con sus vidas individuales interrelacionadas, también evolucionan. En los tiempos actuales puede parecer que el avance y la preponderancia del modelo de comercio anglosajón, de grandes áreas y superficies, es imparable. Personalmente creo que no tiene por qué ser así, que se puede lograr un equilibrio con las formas de comercio más tradicionales, tan enraizadas entre nosotros: mercados, mercadillos de barrio y comercio minorista de proximidad. Ambas pueden convivir, y deben hacerlo desde la perspectiva del servicio a las necesidades reales de los ciudadanos que, como consumidores, son en definitiva quienes tienen la última palabra.

PERO NO DEBEMOS olvidarnos de que el comercio, sobre todo el que llamo de proximidad, juega también un importante papel social. Desde la Delegación de Mercados y Comercio del Ayuntamiento de Zaragoza somos conscientes de la importancia de sus actuales formas, muy relacionadas con el ocio y aún con el diseño urbanístico de la ciudad, con la conservación y rehabilitación de los cascos históricos, y con la creación y mejora de determinadas infraestructuras y servicios, como el transporte público, los aparcamientos, las zonas de carga y descarga, el mobiliario urbano, la limpieza o la seguridad ciudadana.

Y este papel social es particularmente importante cuando afecta a determinados grupos y sectores, como los mayores o los habitantes de los barrios tradicionales, ya que su buen funcionamiento mejora las relaciones sociales, la calidad de vida, permite la peatonalización de calles, favorece el medio ambiente urbano y es determinante para que procesos de rehabilitación integral como el Plan del Casco Histórico funcionen: en estos casos, el comercio es vida, y la vida construye la ciudad.

POR OTRA PARTE, el comercio de proximidad debe apostar por la calidad como su principal bandera. El eje para conseguirla debe girar en torno al consumidor, su destinatario natural, a cuyos gustos, necesidades y costumbres debe adecuarse.

Un protagonista al que es necesario implicar en la toma de decisiones y que se erige en el fiel de la balanza de todo el proceso, ya que, del mismo modo que se le ofrecen distintas alternativas y modelos comerciales, el consumidor también plantea una necesidad diferente y plural con cada acto de compra que realiza. ¿O es que el mismo ciudadano no puede ser cliente, de manera simultánea, de una gran superficie y de una tienda de su barrio?

En la actualidad, y sobre todo de cara al futuro, el papel del Ayuntamiento de Zaragoza es clave para el comercio. Por eso considero necesaria la redacción y puesta en marcha de un Plan Local de Comercio, que aúne los intereses y expectativas de todas las partes implicadas, y que responda a la voluntad de modernizar el modelo de comercio urbano. Un Plan que favorezca el marco adecuado para el desarrollo de la pequeña y la mediana empresa, que apoye el comercio de proximidad en los barrios y que mejore la calidad de servicio. Un Plan que dinamice el comercio local, que potencie las excelentes condiciones de Zaragoza como ciudad de compras y que posibilite la consolidación y el papel integrador de las federaciones y asociaciones de comercio existentes en Zaragoza, mejorando los establecimientos, las infraestructuras urbanas y la fidelización del cliente.

Ya se han dado los primeros pasos en este sentido. Pero queda mucho camino por recorrer, y es un camino de todos que afecta a nuestro modelo de ciudad y, por lo tanto, a nuestro futuro. Un futuro que debemos construir con la aportación de todas las partes interesadas: comerciantes, consumidores, administración municipal. Somos herederos de una rica tradición comercial, y está en nuestras manos, hoy más que nunca, el mantenerla y transformarla en uno de nuestros principales valores como ciudad de servicios.

*Concejal Delegado de Mercados y Comercio