Los pequeños comercios cerca de casa, las tiendas del barrio, han sido una referencia tradicional para la compra diaria y dan vida a la ciudad con su bullicio, escaparates e iluminación nocturna; esas luces que la maldita pandemia amenaza apagar para siempre. Cuánto esfuerzo, cuánta entrega y tenacidad por sacar adelante a duras penas el pequeño negocio heredado o creado con toda la ilusión del mundo, yacen detrás de una persiana cerrada que, tal vez, ya no se levante más. Merced al tesón de unos castigados regentes, que aguantan al pie del cañón con fe inquebrantable, aún perdura esa entrañable relación con una clientela fiel que proporciona sentido a su existencia.

De todo ello dan fe establecimientos como Ultramarinos y Bodegas La Confianza de Huesca, fundada en 1871 por Hilario Vallier y cuyo devenir ha llamado la atención de publicaciones de la talla del International Herald Tribune (New York Times). Aquella antigua mercería es hoy un comercio próspero regentado por la familia Villacampa-Sanvicente con todo el buen hacer del comercio de antaño, junto a un concepto actual del servicio al consumidor, basado en el lema que reza su expresivo rótulo: la confianza. Sin salir de la provincia oscense, la Librería El Siglo prosigue en Jaca una andadura que se inició en 1934, por parte de Manuela Duplá y en la actualidad a cargo de dos de sus veintiséis nietos, Jorge y Enrique Sánchez-Cruzat, tan amantes de la prensa diaria como del libro.

Los tiempos que corren son, de por sí, escasamente propicios para el comercio de proximidad, bajo constante amenaza de desaparecer; sempiterna conminación a la que se suma el nefasto influjo de un virus que ataca desde varios frentes, tanto al sufrido comerciante como a su medio de vida, el cual solo podrá subsistir gracias a nuestra fidelidad como clientes.