El Tour de Francia, la ronda ciclista más emblemática, comienza hoy con dos meses de retraso, un hecho inédito en la historia de la carrera. Pero eso, que en otro tiempo sorprendería a cualquiera, ha pasado a ser algo dentro de lo común por la pandemia del coronavirus. Así que hoy, dos meses después de lo previsto, comience el Tour, es ya de por sí una victoria, como recordaba Eusebio Unzué , mánager del equipo Movistar, único conjunto español presente en la ronda francesa. Los organizadores han previsto las máximas precauciones, sabedores de que un aumento de los contagios en Francia asociados a la celebración de la carrera dañaría enormemente la reputación de la misma. A diferencia de otros acontecimientos deportivos, como la Champions o la NBA, en este caso no se puede aislar en un estadio burbuja a los deportistas, puesto que se desplazan a cada etapa. Caber confiar pues, en la máxima responsabilidad de los 176 corredores y cerca de medio millar de personas que les acompaña, así como a los aficionados. Este año sería una temeridad ver aglomeraciones junto a las vías. Para evitar al máximo el riesgo, se han impuesto estrictas normas (expulsión del equipo que tenga dos contagios en menos de una semana, puertos restringidos), que son, sin embargo, insuficientes para desvanecer todas las dudas. El Tour, como tantas otras situaciones sociales, se celebrará sin la garantía absoluta de evitar rebrotes. De eso solo puede encargarse una vacuna. Mientras tanto, es responsabilidad colectiva poder recuperar el pulso sin colapsar de nuevo la sanidad y la economía.