Miguel Arias Cañete será el nuevo comisario europeo de Energía y Cambio Climático, pero no porque haya demostrado ante los eurodiputados que es una persona apta para ocupar esta cartera. En realidad, no consiguió aclarar al cien por cien si tenía o no un conflicto de intereses por sus vinculaciones con la industria petrolera, ni convencieron las disculpas por sus declaraciones machistas. Lo será porque si el Parlamento Europeo rechazaba al candidato popular, la derecha haría otro tanto con Pierre Moscovici, el aspirante socialista a la cartera de Asuntos Económicos. Este trueque de aprobados por parte de la Eurocámara es la representación visual de las carencias que sigue teniendo la armadura de la Unión. Muy acertadamente, el Parlamento ha puesto reparos a otros candidatos con déficits muy notorios, y eso es reflejo del mayor control democrático, como también lo es el papel adquirido en el nombramiento del presidente, Jean-Claude Juncker. El resultado es que la Comisión que presidirá Juncker, que ya tenía varios puntos débiles, nacerá con menos autoridad de la necesaria en un momento tan delicado como el presente.