El ver atravesar los rebaños de ovejas por el Camino de los Molinos de Zaragoza, histórica cañada real, es una imagen que no deja de tener su encanto en nuestros días, llenos de coches y vehículos que circulan locos por las calles de una ciudad que crece a pasos agigantados. Pero cuando el cruce de los rebaños se produce varias veces al día y conductores y peatones sufren sus efectos se plantea la necesidad de buscar una solución que satisfaga a todos, y respete los históricos y vigentes derechos de los pastores con el constante crecimiento de una ciudad que aspira a ser sede de una exposición internacional en el 2008.