He leído de un tirón el libro homenaje a José María Calleja , el hombre que no miró hacia otro lado según Gaizka Fernández , el compañero del metal para J. M. Santamaría , la lucidez en la palabra, el periodista que desmitificó el terrorista etarra, el que para José Mari Mújica dijo no, el que para Consuelo Ordoñez fue su primer referente de dignidad, un rebelde para Fernando Savater , un ejemplo de honestidad y coherencia según Edurne Portela , un referente para Borja Sémper , la resistencia frente a ETA, intelectual y activista, resistente impenitente, el periodista que visibilizó a las víctimas. De esto habla el libro que emociona, conmueve y nos ayuda a recordar el dolor de tantas víctimas de ETA que encontraron en José María un aliado, un consuelo y un compañero frente a la barbarie, durante décadas. Él mismo fue una víctima puesto que siempre acompañado de guardaespaldas tuvo que abandonar el País Vasco amenazado por los terroristas. Y nunca cejó en su empeño llamando asesinos a los asesinos. Primero se enfrentó al totalitarismo franquista y luego al de los etarras solidarizándose con las víctimas de todos los colores, cosa que ahora le agradecen. José María fue un valiente, sin duda, porque se enfrentó a situaciones arriesgadas poniendo en peligro su propia vida y se jugó desde luego su carrera profesional que fue por lo demás brillante, aunque marcada por la represión en forma de ceses acabando con la libertad que él exhibía en los telediarios de la televisión vasca. Profesor universitario, echamos en falta su capacidad de análisis en sus libros, artículos y en las tertulias en las que participaba, la profundidad de sus conocimientos que exhibía sin un papel en la mano, la precisión en el lenguaje y su honradez intelectual.

Un referente sin duda, querido y admirado «compañero del metal».