Para cerrar este primer año de gobierno era necesario tomar tres grandes decisiones que tienen una localización geográfica muy concreta, pero que por su magnitud van a condicionar el futuro de Zaragoza: Romareda, Ranillas y Corredor ferroviario Oliver-Valdefierro. Vamos por partes.

La construcción de un estadio de fútbol es una oportunidad magnífica para poner en práctica modelos de ciudad. Se puede apostar por levantarlo en zona de nueva expansión urbanística, en el exterior de la ciudad, o por crear grandes espacios de equipamientos que doten de calidad de vida a los barrios ya consolidados. En el primer caso se potencia la ocupación de nuevos suelos y el desplazamiento puntual y masivo de la gente mediante vehículos privados. En el segundo, se apuesta por las relaciones peatonales, por el transporte público y por la rentabilización social de espacios compartidos.

El plan de PP y PAR de trasladar La Romareda hasta la entrada de la Autovía Mudéjar, recalificando el espacio actual como una nuevo enclave residencial de viviendas libres, era un ejemplo claro de la primera de estas dos opciones, pero su propuesta fue devuelta en dos ocasiones por el Consejo de Ordenación del Territorio de la Comunidad Autónoma.

Cuando CHA pasó a formar parte del nuevo equipo de gobierno, aportó su intención de abordar la operación Romareda con nuevos criterios: calidad en los espacios públicos, grandes plataformas peatonales, equipamientos en áreas de centralidad de barrios consolidados y transporte colectivo.

El pasado jueves se presentó un estudio que demostraba que todos estos objetivos se pueden conseguir: un estadio moderno en la ubicación actual, integrado, junto con el Auditorio, en un paseo peatonal de dimensiones similares a la Plaza del Pilar; un aparcamiento subterráneo con plazas suficientes para todos los equipamientos que hay en la zona --incluido el hospital Miguel Servet-- y un edificio de comercios, oficinas, hoteles y otros servicios necesarios para toda la ciudad. Con un diseño sugerente y una cuidada ejecución, la ordenación y la edificación que se plantean harán sin duda de este espacio un lugar de referencia y de proyección exterior de Zaragoza, en la línea de otras ciudades que han sabido transmitir una imagen moderna y atractiva a partir de intervenciones arquitectónicas y urbanísticas.

Desde el punto de vista económico, había que plantear una operación sin coste suplementario para las maltrechas arcas municipales y, al mismo tiempo, Zaragoza necesita actuaciones propias de una ciudad moderna. Nuestra apuesta es ambiciosa pero ejecutable sin necesidad de recurrir a la especulación: los ingresos (espacio comercial y aparcamiento subterráneo) y los gastos (estadio de fútbol y urbanización peatonal del entorno) que se generan en este espacio están compensados.

Por otra parte, tras la visita de la Delegación de la Exposición de 2008, el Ayuntamiento decidió adquirir los suelos de Ranillas. El meandro es necesario para realizar la Expo, pero quiero recordar que también lo es para llevar adelante una idea atascada desde hace mucho tiempo: la conexión de los barrios de Delicias/Almozara y Actur a través de la Avenida de Francia y de la prolongación de Pablo Ruiz Picasso mediante el puente del Tercer Milenio.

Como también lleva esperando demasiado tiempo la ansiada transformación del corredor Oliver-Valdefierro. Después de que hayamos conseguido su cesión por parte de Renfe y de que se hayan retirado las traviesas, la aspiración de convertirlo en un largo paseo peatonal arbolado que una Delicias, Miralbueno, Oliver, Valdefierro y Casablanca con Valdespartera, podrá ser por fin realidad.

Los suelos de Ranillas y el corredor suponen un coste importante (85 millones de euros), pero entendemos que son actuaciones fundamentales para nuestra ciudad, por lo que debíamos encontrar la manera de financiarlos. Después de valorar varias posibilidades, nos hemos decidido por realizar una permuta de suelo que respeta escrupulosamente nuestro compromiso con la ciudad, ya que el suelo que aportamos en el cambio está destinado a construir vivienda protegida. Cumplimos así dos objetivos: realizar obras que son esenciales e impulsar la construcción de unas 3.000 viviendas, que ya no serán de propiedad municipal, pero que seguirán siendo protegidas y formarán parte del Plan de Vivienda del Gobierno de Aragón. Poco importa que sea el Ayuntamiento el que las construya o no. Nuestro deseo es construir el mayor número posible y ya en este primer año hemos ofertado más vivienda protegida que en todo el periodo 1999-2003. Respetamos también un principio primordial: las propiedades públicas no se venden, sino que se permutan por otras, lo que evita que el Ayuntamiento pierda su patrimonio. Se trata en definitiva de poner de manifiesto nuestra firme voluntad de acometer proyectos, de articular la ciudad, de ejecutar viejas aspiraciones, de hacer de Zaragoza un espacio urbano de calidad.

*Teniente de Alcalde de Urbanismo y Arquitectura