El rocinante populista discurso de Vox empieza a afilarse. La moción de censura insulsa que presentan los de Abascal contra la gestión ineficaz del Gobierno de Sánchez promete ser otro espectáculo propio del desdén al parlamentarismo actual. Y sin un ápice de empatía con la realidad de la pandemia. En el momento más crítico de la segunda ola, con la implantación de medidas de protección sanitarias extraordinarias o hasta la probabilidad de un toque de queda en el país, el Congreso de los Diputados volverá a ser el ring del oportunismo electoral.

Entre un gobierno hiperbólico que promete ufano una recuperación solida sin dejar a nadie atrás, entra en escena el extremismo populista con disfraz de víctima para capitalizar el hastío de muchos por la incertidumbre de la pandemia. Un momento inaudito que no se comprende. Cuando desde los gobiernos se apela a la responsabilidad de los ciudadanos en frenar al virus con las recomendaciones sanitarias, la clase política sigue embarrada en un debate estéril. Quizá el único debate que deberían haber urdido tras siete meses de pandemia es la norma que regule las restricciones a los derechos fundamentales. Pero no. Eso sería estar a la altura de lo que necesita el país.

Y no sólo Vox abandera la irresponsabilidad de la política. La misma Ayuso ha sacudido al gobierno de Sánchez con un soberanismo madrileño impropio para encubrir su propia responsabilidad. O el mismo Lambán que aún no ha aclarado por qué Aragón sufre ya el inicio de su tercera ola siendo los líderes en contagios, cuando no dudo en vanagloriarse de su buena gestión al frenar la segunda ola veraniega.

La moción de censura conviene desmerecerla por su fracaso aritmético. Pero no tanto por su capilaridad social. VOX se presenta como un modelo de resistencia al sanchismo para reanimar a una derecha excitada. Y ahí sólo debe brillar el discurso de la derecha más moderada para liquidar el intento de VOX.

Los compañeros de bancada ideológica en la oposición no debieran ponerse de perfil. Sea lo que sea que termine votando el PP o Ciudadanos: deben de armar un discurso de responsabilidad política sin rebajar su razonada crítica a Sánchez.

Porque si el virus no pasa pronto, la dinámica parlamentaria se parecerá más a los juegos de artificio que plantea Vox que al necesario debate legislativo de absoluta normalidad. De moción política a conmoción ciudadana. Con un virus que sigue ganando.