Algo hay que reconocerle al Gobierno de Aragón: su capacidad para crear un problema donde no lo había. El cierre de 13 vías de la concertada --más dos nuevas que no se conceden-- ha dejado al PSOE sin relato. Podemos y PP se han adueñado del mensaje, mientras que los socialistas se han quedado en tierra de nadie, con el desgaste que supone. Podemistas y populares han construido sus propios argumentos: el apoyo a la pública frente a la educación de la casta los primeros; el ataque a la concertada y a la libertad los segundos.

La manifestación de esta semana fue la muestra reactiva a ambas posiciones. Sin embargo, si se atiende a los datos la situación no parece tan dramática. El PP abrió la pasada legislatura 112 vías en la concertada y cerró 28 en la pública. Además finiquitó 30 escuelas rurales por tener menos de seis alumnos. Nadie aseguró el trabajo a los interinos, que fueron a la calle. Eso sí fue un ataque ideológico, y no estas 13 vías que se han anunciado. La protesta de la concertada no se sostiene. Convendría revisar algunos conciertos y ver cuánto cuesta estar en un colegio concertado --y por lo tanto sostenido con medios públicos-- porque la discriminación se produce en estos centros por razones económicas. Hay familias que no pueden permitirse estar en un colegio concertado en el que hay que pagar por servicios que en la pública son gratuitos. O no se matricula a determinados alumnos porque no sale a cuenta. La concertada habla de libertad, pero en realidad lo que quiere decir es negocio.

*Periodista