El Partido Popular celebra hoy en Zaragoza un congreso regional precedido de momentos de enorme tensión interna. Los sectores agrupados entorno al actual presidente, Gustavo Alcalde, y al exalcalde zaragozano José Atarés se han enfrentado en una fuerte pugna por el control del partido que se ha saldado a favor del primero. Con el nuevo mandato de Alcalde, seguro vencedor del cónclave, el PP no va a renovar en exceso su cartel, y para ello bastará con ver la foto de la ejecutiva resultante. La incorporación posterior de Domingo Buesa como presidente de la formación en Zaragoza será acaso la única novedad, pero lo más importante de un cónclave como éste deben ser las ideas, los planteamientos para la región y, en último extremo, las posiciones que se defiendan cuando en el 2007 se vuelva a pedir el voto a los aragoneses.

Tal y como está el reparto de fuerzas institucional, lo peor para el PP sería cerrar en falso las heridas y pasar una legislatura en ignición. La comunidad necesita un primer partido de la oposición sólido, serio y trabajador, y quizás el error más grave que pudiera cometer ahora Alcalde fuera laminar a quienes le han planteado batalla interna. Si el PP quiere volver a las instituciones no le sobra nadie.