Luz verde al famoso carnet de conducir por puntos. El anteproyecto viene a reformar la Ley de Tráfico a esos efectos. El viernes salió del Consejo de Ministros camino del Parlamento, donde alcanzará fuerza de ley, si se cumple la agenda prevista, antes del próximo verano.

El sistema es innovador, casi revolucionario, en un país donde la prevención de los accidentes de tráfico solo descansa en un régimen de sanciones y las consabidas campañas institucionales con las que de cuando en cuando nos meten el miedo en el cuerpo. Pero ni lo uno ni lo otro deben ser demasiado efectivos cuando España sigue estando a la cabeza de la siniestralidad viaria entre los llamados países de nuestro entorno.

El nuevo sistema, el permiso de conducir por puntos, está llamado a reducir los accidentes de tráfico en un 40% durante los próximos cinco años. No es un simple reflejo voluntarista del ministro del Interior, José Antonio Alonso, sino una proyección realizada a partir de la experiencia acumulada en esos países comparables a España (Francia, Alemania, Italia, Reino Unido...) donde el sistema se viene aplicando con un éxito considerable.

Como hoy se explica en todos medios de comunicación, se trata de otorgar un crédito de 12 puntos a todos los conductores y, a partir de ahí, ir quitándole puntos según las infracciones que vaya cometiendo. Solo se descontará por las infracciones graves o muy graves, no por las típicas faltas leves que solo generan multas.

La palabra clave es crédito. O sea, confianza, que se conserva o se pierde por la propia conducta del titular de un carné. Es la confianza que la sociedad deposita en los conductores. Quien la va dilapidando, hasta perderla, perderá también, temporalmente, el derecho a conducir.

Esta explicación es más fecunda, más expresiva y más pedagógica que la que se apoya en una dinámica meramente administrativa por la que los poderes públicos conceden o retiran un documento en aplicación de su potestad sancionadora.

Por eso es mejor entender el nuevo sistema en función de nuestra relación con los otros ciudadanos, más que con la Administración en su capacidad reguladora. De manera que el carné por puntos expresa mejor el depósito de confianza que pone la sociedad, no el Gobierno, en un conductor.

*Periodista