La confesión del arrepentido Marco Antonio Tejeiro, que trabajó de contable en las empresas montadas por su cuñado Diego Torres y por Iñaki Urdangarin, constituye un movimiento inesperado en el caso Nóos, en el que también está imputada la infanta Cristina, pero en el fondo confirma, con más detalles, lo que la instrucción judicial ya había descubierto. Es decir, que Torres y Urdangarin montaron una trama para enriquecerse desviando dinero público. La única novedad relevante es que el arrepentido no culpa a la infanta de los hechos por los que ha sido imputada por el juez. Esta ausencia quizá persiga la exculpación de su hermana, Ana María Tejeiro, esposa de Torres, ya que siempre se había considerado extraño que la mujer del socio de Urdangarin estuviera imputada desde primera hora a diferencia de la infanta Cristina. Además de obtener beneficios penales mediante el pacto con el fiscal, la confesión buscaría, pues, equiparar en el desconocimiento de los hechos a las dos esposas. Sin embargo, como han reiterado el Tribunal Supremo y el Constitucional, una confesión de un arrepentido no basta como prueba definitiva para la condena.