¿Recuerdan cuando han tenido que quitarse un esparadrapo que llevaba varios días pegado a su piel? Hay dos formas de hacerlo, muy despacio porque tenemos miedo de que nos haga daño, o de un tirón, el primer caso es una agonía que dura mucho, el segundo duele un instante pero el problema está resuelto. Esta es exactamente la diferencia que existe entre realizar confinamientos cortos y duros o medidas más laxas, pero con una duración mucho mayor. Vamos para seis semanas de restricciones y si bien es cierto que las cifras de contagios han bajado, todavía dan miedo porque la bajada es bastante lenta. Asimismo, la presión hospitalaria parece que remite ligeramente. En este caso no es para alegrarse, pues si mueren 39 personas en un día, dejan 39 camas disponibles.

De esta manera se está rebajando la presión hospitalaria. Quizá hubiese sido mejor tirar del esparadrapo rápido, fuerte y un poco antes, como indicaban todos los datos. Además de la aparente mayor eficacia de las medidas más estrictas y rápidas, estas, tienen una ventaja evidente, y es que duran menos. La duración de algunas medidas está afectando a la salud de muchas personas.

La hija de una compañera tiene que hacer un mínimo seis horas semanales de deporte por prescripción médica (además de pincharse hormona de crecimiento), como ya no pueden hacerlo, el tratamiento médico se queda sin cumplir y además por tiempo indefinido. También nos vamos a encontrar que esta situación pospone exploraciones médicas, operaciones, pruebas diagnósticas etc. Los efectos de todo esto se verán más adelante en forma de gasto sanitario, morbilidad y también muertes. Asimismo, la incertidumbre de la duración indefinida también es peor para la economía.

Toda esta defensa de los confinamientos cortos y duros no es una idea mía, lo defiende el FMI, el doctor Lopez-Acuña , y es lo que están haciendo China, Australia y Nueva Zelanda, a los que por cierto les va mucho mejor que a nosotros. Parece que ya llega el frío y se empezarán a cerrar las ventanas de oficinas, colegios, comercios etc, Además las navidades están al caer y el puente de la Constitución aún más cerca, por lo que, a pesar de la (lenta) reducción de casos, no soy optimista. Llevo siendo un pesado desde principio de curso, pidiendo medidas duras e inmediatas con muy poco éxito.

Ojalá los 1.000 aragoneses muertos por covid desde el uno de septiembre tengan más éxito que yo.