Llueve sobre mojado en mi alma encinta

un doloroso vaho somnoliento

recorre esta ciudad desperezada

el bello y turbio ángel de alborada.

Desde el confinamiento veo algunos

presos que se despresan en la calle

bajo el húmedo aura de la aurora

melancólica y desamparada.

Yo me despierto poco a poco y pienso

en la gente atrapada aún en su casa

y en su casa atrapada por la niebla.

Un buen día saldremos a este mundo

tan bello y tan siniestro variopinto

y otro día saldremos de esta vida

camino de una eternidad sin tiempo

camino de una eternidad sin dueño

camino de una eternidad sin riesgo.

(Que el riesgo es es rasgo de este mundo).