Los nuevos confinamientos han hundido los ánimos y las economías de muchos de los afectados en comarcas cerradas como reservas de una población en estado no solo de alarma, también de desesperación. Por segunda vez en apenas un trimestre, la amenaza del contagio ha privado a más de 300.000 españoles de sus más elementales derechos. Entre ellos, el de ganarse honradamente la vida. Algo que, según qué sectores laborales, les va a resultar muy difícil. Dependientes, taxistas, autónomos, comerciantes, empresarios de viajes, del transporte y un larguísimo etcétera de trabajadores por cuenta propia o ajena van a ver limitados sus ingresos, proyectos, actividades hasta muy cerca del límite de su extinción.

Cabe preguntarse, por ejemplo, por qué esas comarcas han sido confinadas en su completa geografía, en lugar de tan solo en aquellas poblaciones, barrios, polígonos o explotaciones agrícolas afectadas por el virus. Por qué, si entre una y otra población de esa comarca confinada distan cuarenta kilómetros, habiendo solo una de ellas registrado contagios, la que está libre se ve obligada a sufrir idénticas restricciones, quedando en cambio libre de ellas otra población cualquiera que, adscrita a una comarca vecina, diste tan solo cinco kilómetros del municipio infectado.

Cabe asimismo preguntarse qué clase de política preventiva se ha puesto en marcha en Aragón, Galicia o Cataluña con respecto a los temporeros de la fruta que entre junio y septiembre residirán por miles en barracones o en muy modestos alojamientos. Procedentes, muchos, de países tercermundistas donde las condiciones higiénicas y sanitarias no contribuyen a controlar epidemia alguna, más bien a difundirla. Si se tiene información de sus orígenes e historiales de salud. Si se les han practicado pruebas del covid-19. Si se les ha dotado de protección suficiente para trabajar sin contagiar a sus compañeros... En próximos meses, un segundo, un tercer, un cuarto confinamiento de comunidades o grandes ciudades puede acabar con tal cantidad de empresas, recursos y empleos como no hubiéramos imaginado en el peor de los escenarios. Muchos dudamos de que se esté haciendo todo lo posible para evitarlo.