La política de normalización lingüística comenzó hace más de un cuarto de siglo y el conflicto por las misas en catalán con grupos de veraneantes aragoneses y navarros en Cambrils se ha planteado ahora, cuando parecía que la convivencia lingüística estaba afianzada. Dicen los que reivindican la misa en castellano que así se demuestra lo retorcidos que son los catalanes, pues pudiendo decir Padrenuestro, se empeñan en decir Parenostre . Sólo hay un motivo que explique la reivindicación: el asomo de la crisis en el sector turístico de sol y playa, que es el que acude a la zona tarraconense. Alguien puede haber dicho que con el amor a la pela que tienen los catalanes, ahora es el momento de presionar, con la amenaza latente de cambiar el lugar de vacaciones por la tierra valenciana, que está a un paso. En su exilio vacacional, los que se fueran serían acogidos con los brazos abiertos en la vecina tierra de las flores, de la luz y del amor, lo cual sería comentado muy favorablemente en algunos medios, que no desaprovecharían la ocasión para criticar al Gobierno tripartito y al central, pues por algo Carod-Rovira es oriundo de aquellos parajes y de la avellana conection son también otros dirigentes de ERC. Alguien puede haber radicalizado a los veraneantes en lucha. Que personas ya de una cierta edad sean tan combativas, da mucho que pensar. Pueden haberles intoxicado con la idea de que Dios no entiende el catalán y que, las misas que se ofician en tan extraña lengua no valen. Hay que contrarrestar esta acción que demuestra una gran mala fe. Se les podría decir que dudar de la infinita sabiduría divina es pecado. *Periodista