A propósito de tiburones, recuerdo una visita mía a la casa de Alberto Vázquez-Figueroa, en Madrid. El escritor canario tenía una estantería con sus libros, traducidos a las principales lenguas del mundo, y otra con la documentación de los temas que estaba investigando, o de los proyectos en los que seguía trabajando (sus desaladoras, por ejemplo). La más llamativa de sus novedades me pareció una especie de barco multiusos, con un batiscafo incluido, para combatir a los tiburones. En su época de buzo (llegó a formar parte de la tripulación del comandante Cousteau) aprendió a aborrecer a los tiburones. De ahí, y de la progresiva amenaza que sostiene vienen encarnando, su decisión de combatirlos. Si no de exterminarlos, sí regularlos, confinarlos... Prevenir, en suma, sus ataques al hombre, que en su criterio seguirán produciéndose.

De manera radicalmente distinta piensa Karlos Simón, submarinista español especializado en el estudio de las diferentes especies de tiburones, con los que ha compartido innumerables inmersiones.

Auxiliado por la pluma de Alfonso Mateo-Sagasta, Simón nos invita en Tratando con tiburones (Reino de Cordelia) a sumergirmos con él en las aguas de Cuba, Kenya, Islas Galápagos, Indonesia, o, sin ir tan lejos, en el más próximo Mediterráneo, a fin de conocer mucho mejor, incluso a familiarizarnos con las distintas familias de tiburones, sus hábitats y hábitos, su relación con el medio marino, con otras especies y, por supuesto, con el hombre.

Gracias a la experiencia, a los estudios y fotografías de este buzo extraordinario nos asomaremos a las profundidades marinas con otra mentalidad y bagaje, llenas nuestras bombonas de oxígeno para respirar sin miedo junto a estos grandes monstruos que no lo son, nos insiste Simón, sino animales fabulosos, en parte reliquias, en parte leyendas... En cualquier caso una especie más a analizar sin apriorismos.

La aportación de Mateo--Sagasta incluye referencias a los grandes mitos de la literatura en relación con el mar, desde el capitán Nemo y sus calamares gigantes hasta el Maëlstrom, Moby Dick o el cetáceo que engulló a Jonás.

Hermosa idea, hermoso libro.