Resonaron ayer las palabras del papa Francisco, quien sumó esta rotunda afirmación a sus anales de frases celebres: «Quien por razones económicas o en nombre de negociaciones no totalmente claras cierra fábricas, empresas y quita trabajo a los hombres, comete un pecado gravísimo». Queda la duda de si los consejos de administración, o los consejos de gobierno, copados muchos por creyentes, se aplicarán para no pecar o mantendrán los anunciados expedientes de regulación de empleo, o los recortes en la función pública. Siempre podrán enjuagarse con la proverbial doble moral judeocristiana, tan arraigada en los centros de decisión. Consejos vendo, y para mí no tengo; ¡pecadores, a confesarse!